La aplicación del denominado “Socialismo del Siglo Veintiuno”, ha traído como consecuencia esta crisis social y económica que tiene como principal componente, el empobrecimiento de nuestra población, que ha llegado a niveles de un 82%. Pero más alarmante es el desmesurado crecimiento de la pobreza extrema que ha alcanzado ya a un poco más de la mitad de nuestra población, lo que significa que más de quince millones de compatriotas, no tienen ingresos suficientes para comprar los alimentos requeridos para su normal desarrollo biológico y lamentablemente más de dos millones de ellos, subsisten consumiendo alimentos que son regalados o peor aún desechados por otras personas.
La
consecuencia inmediata de la pobreza es la desnutrición. Ya existe en nuestro
país un nivel alarmante de desnutrición, ocasionado por un
cambio brusco en los hábitos alimenticios de nuestra población, a causa de la
escasez y la carestía de los alimentos. La situación de precariedad ha inducido
el consumo de harinas y grasas, también al de hortalizas y tubérculos en
sustitución de las proteínas que tienen un alto valor biológico para el normal
desarrollo de las personas.
El Socialismo del siglo
Veintiuno, plantea la abolición de la propiedad privada y el estricto control
de la iniciativa y de la actividad económica dentro de nuestro país. Mediante
leyes habilitantes el gobierno ocupó y expropió más de cuatro millones de
hectáreas en producción y cerró quinientos mil establecimientos industriales y comerciales.
Además “legisló” para crear decenas de leyes, con el fin de ejercer controles
sobre el sector privado, que aún sobrevive al abuso y a la arbitrariedad del
régimen.
El saldo negativo de
este paquetazo ideológico fue: Disminución alarmante de la producción interna
de bienes y servicios y total inseguridad jurídica, con la consecuente caída de
la propensión a invertir en nuestro país. Aunque la disminución de la
producción interna fue suplida por la oferta de bienes importados, el
abastecimiento duró hasta que terminó la bonanza petrolera.
Desde UN Nuevo Tiempo, hemos
propuesto políticas públicas destinadas a sacar a nuestro país de la pobreza, del
hambre y de la desnutrición. Propuestas a corto, mediano y a largo plazo que de
haber sido aplicadas, no estaríamos inmersos en esta crisis humanitaria que
padecemos la inmensa mayoría de nuestra población.
Estas propuestas “han caído
en saco roto”, por lo tanto es necesario un cambio de conducción de nuestro
país que ponga fin a este régimen indolente, incapaz y corrupto.
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